Siempre que hay un descubrimiento científico o un avance tecnológico, a la mayoría de la sociedad le surge la misma pregunta: «¿Y eso para qué sirve?». Para qué sirve un neutrino, para qué sirve Blockchain y ahora para qué sirve el Metaverso. Realmente lo que quieren decir es para qué les sirve a ellos.
Vivimos en la era de la utilidad. Lo que no tiene un uso practico instantáneo, sencillamente no vale. Pero esta necesidad de utilidad no es exclusiva de las personas, sino también de los negocios.
Por eso cuando aparece una novedad, y lo hace con tanta fuerza como el Metaverso, las empresas empiezan a pensar en cómo le podrán sacar partido. Porque en el mundo de los negocios solo hay algo peor que no saber, y es ser el único que no sabe.
Así que cuando Zuckerberg anunció su Metaverso (esto daría para cinco artículos), todas las grandes compañías empezaron a ver cómo podían aprovecharlo. Lo primero era averiguar de qué se trataba, pero a diferencia de otras tecnologías disruptivas como Quantum, Blockchain, Web 3… el Metaverso tiene algo que lo hace único y extremadamente atractivo, y es que es fácil de entender. Todo el mundo ha visto Matrix, o alguna de las veinte películas que hablan de realidades paralelas. La idea de un mundo virtual parecido al nuestro ya fue planteado por Platón (entre otros), pero lleva acompañando a la humanidad desde el inicio de sus días.
Y en cuanto apareció, muchas compañías empezaron a aplicar los principios del Metaverso, pero sin haber cambiado los suyos. Es decir, a la empresa se viene, o se conecta, únicamente para trabajar. Esta idea también es más antigua que la propia oficina, y ni el trabajo en remoto ha logrado desterrarla.
Una empresa, y da igual el sector al que nos refiramos, es lo que sus trabajadores son. Si tienes empleados críticos, abiertos y curiosos, así será tu empresa. Por tanto, la máxima de una compañía no debería ser que sus empleados «ejecuten» una labor, sino que éstos se desarrollen y evolucionen para que la empresa también lo haga. Un espacio de encuentro, colaboración, aprendizaje e intercambio de ideas que van más allá de la propia labor puntual. Y aquí es donde el Metaverso puede de verdad suponer un valor diferencial.
Hasta la fecha la mayoría de las empresas apuestan por usar el Metaverso para reuniones inmersivas, donde haya mayor interacción entre sus asistentes, se puedan compartir informes, se elaboren estrategias, se debatan aspectos puntuales o generales… en definitiva, se pretende «reproducir» una reunión física, con toda la riqueza que supone respecto a una reunión telemática.
Además, se está empezando a plantear en reuniones de ejecución de proyectos. El Metaverso en estos escenarios permite, por ejemplo, a dos arquitectos meterse casi de forma literal en los planos de unas oficinas nuevas mejorando la visión conjunta y, por tanto, la comunicación y colaboración entre ellos. No se comparte la pantalla haciendo Zoom, sino que se comparte el espacio entrando ambos en el propio diseño.
Otro de los focos en los que se está trabajando es en la parte formativa. La formación online, por lo general, no consigue superar los problemas de la distancia. El receptor no está en el mismo plano, es un alumno pasivo, en el que el feedback no termina de ser natural. El Metaverso puede solucionar en parte esas barreras. Puede haber mayor interacción entre las partes, y se pueden generar debates «orgánicos» más enriquecedores. Lograr que una audiencia pasiva se convierta en un aula de gente más comprometida con lo que se está enseñando y con sus propios compañeros. Además, el uso de material audiovisual, interactivo y personalizado, puede ser todavía más eficiente y productivo que en una formación física.
Y por supuesto, ya se han visto ejemplos de Meetings, Congresos y Presentaciones en el Metaverso con todas las ventajas que ello conlleva. Ahorro en desplazamientos y emisiones, eliminación de distancias, posibilidad de incorporar diferentes materiales… Incluso aforo ilimitado, o al menos mayor que en un evento físico. Pero hay algo que falta en esta lista de posibilidades que brinda el Metaverso a las empresas, y es el factor humano.
Si nos damos cuenta, todo lo que hemos ido describiendo anteriormente tiene un elemento común, están pensadas para el trabajo de sus empleados.
No nos engañemos, el trabajo ejecutivo es (y debe ser) uno de los grandes objetivos de una empresa, pero no es el único importante. Cualquiera que haya trabajado en una oficina sabe que trabajar codo con codo con sus compañeros es tan fundamental como el descanso del café o la cerveza con ellos tras el trabajo. Es en ese momento donde se estrechan los vínculos, se mejora la cohesión y se reafirma el sentimiento de grupo.
De hecho, numerosos estudios (como la Teoría de las relaciones humanas de Elton Mayo) indican que los trabajadores valoran más la sensación de bienestar y unión con sus compañeros que la propia tarea que desarrollan, lo que redunda en un mayor involucramiento y productividad.
Entonces, si las relaciones humanas de los trabajadores son tan importantes para el desarrollo del grupo y de la propia empresa, ¿por qué no aprovechar las posibilidades que nos da el Metaverso para fomentarlas y ampliarlas?.
Ver el Metaverso más allá de la tecnología que lo soporta, como un espacio de encuentro y colaboración entre los trabajadores. Un espacio de confianza, cercano, donde se abran opciones infinitas, como volar, visitar Marte, asistir a un concierto en la Fosa de las Marianas… Universos donde ningún ser humano ha llegado, y descubrirlos juntos, como equipo, al igual que estamos haciendo con el Metaverso.
El Metaverso no puede sustituir el mundo real pero puede ofrecernos posibilidades que jamás habíamos imaginado, personalizadas hasta el extremo en función de las características personales y profesionales de cada grupo. Solo hace falta que las empresas empiecen a tener más imaginación.
No se trata de elegir entre el mundo virtual y el mundo analógico, sino combinar ambos para lograr el mejor resultado. La tecnología ya está aquí, y será tan buena o tan mala como los motivos por los que la usemos. Así que antes de que las compañías se pregunten para qué sirve el Metaverso, deberían pensar para que lo quieren utilizar.